Biografía novelada breve de Alfonsina Storni. Poeta Argentina. Mayo 29, 1892 – October 25, 1938.
Autora: Pilar Macchiavello. Marzo, 2019
Esperanza y fuerza son dos sentimientos que cuando los necesitamos no son tan fáciles de conseguir como quisiéramos.
La gente me dice:
– Ten esperanza! Fuerza Alfonsina! – … como si yo pudiera comprarlos en el mercado o pedirlos en la calle al primero que pasara.
En el mundo de una escritora, de una poeta como yo; la fantasía y la metáfora sólo existen en el papel. La realidad es cruda y fría; y aunque de ella tomamos nuestra inspiración, es también de ella que recibimos el desamparo y la soledad.
Porque la realidad no tiene fantasía para mí.
Es tangible, firme y diaria.
Cuando los médicos se me acercaron a darme mi diagnóstico, no encontraba palabras de aliento para mi misma, ni podía disfrazar lo que sentía con una metáfora bonita.
Ellos, sin darse cuenta, me estaban hablando de mi muerte: yo sabía que no iba a poder sobrevivir otro tratamiento.
Pero como estaba familiarizada con aparentar, pude manejar la situación con algunos cabeceos y murmullos de aceptación.
Salí del consultorio con la cabeza en alto y las fracciones congeladas en una sonrisa sumisa.
Por fuera era la imagen perfecta de una persona en control, aceptando la situación que tenia adelante y lista para enfrentarla.
Pero por dentro, me sentía vacía.
Mi corazón roto, partido, lo había dejado a los pies de mis médicos.
Mi cordura era un hilo que se estiraba al punto de quebrarse mientras más me alejaba de ese consultorio.
Los pensamientos me abandonaban y me sentía desolada.
Recuerdo llegar a mi casa y sentarme en mi escritorio, totalmente sin palabras: inspiración perdida.
Agarré lápiz y papel, buscando la tranquilidad de lo familiar, de lo cotidiano y me quedé allí un rato, procesando, sintiendo, aceptando.
Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
VOY A DORMIR – Alfonsia Storni (octubre 1938)

Al finalizar lo que iba a ser mi último poema, me paré de la silla con determinación.
Siempre consideré que todos los escritores somos valientes, porque nuestras palabras son el pasaporte a nuestros pensamientos, a nuestros miedos y más profundos sentimientos.
Pero yo no me sentía valiente ya.
Mis últimas palabras y mi valentía quedaron plasmados en ese papel, sobre mi escritorio.
Ya no era valiente.
Era humana.
Y sentía tanto dolor por la posibilidad de perderlo todo, que preferí tomar la decisión de quitarme ese dolor y perderlo todo, determinado y sin dudas. La ‘posibilidad’ removida de la ecuación.
“No pienses menos de mí por ser humana hoy. Fuí poeta y valiente por tantos años que me puedes perdonar… esta vez, aunque sea, por ser humana hoy”.