Autora: Lourdes Cuevas
Por mi vida profesional, he tenido la posibilidad de observar algunas diferencias culturales en distintas empresas, americanas, latinas y una que otra europea. La variable que siempre ha llamado mas mi atención se refiere al trabajo en equipo. Si bien es cierto que los latinos tenemos un buen desempeño en lo individual, también es una constante que la mayoría de las veces tenemos dificultades para trabajar en equipo y a pesar del talento o la capacidad para enfrentar adversidades (individualmente), el resultado final llega a ser mas pobre que el de aquellos que siendo menos brillantes tienen una mentalidad común. Esto se refleja en todo, solo hay que ver el propio desempeño de los países, la distribución de su riqueza, su corrupción, sus problemas sociales, etc.
Hace un par de meses tuve la oportunidad de asistir al Web Summit 2018 en Lisboa, Portugal. Impresionada por la dimensión del evento de tendencias tecnológicas y con cierta confusión frustrada, por la cantidad de información disponible que uno quisiera digerir de una manera casi mágica, mas la necesidad de escoger (Lo cual implica renunciar) ahí mismo las conferencias a las que quiere asistir entre un montón de opciones en las que cada una promete mas que la anterior, decidí junto con mi socia y acompañante separarnos para escuchar lo mas posible y no perder tiempo. Al final, nos reunimos e intercambiamos ideas, notas y datos relevantes. Pudimos identificar tres ideas que se repetían constantemente y que a mi juicio, marcaron la tendencia más importante hacia el futuro de la tecnología, mas allá de todos los conceptos de IA, blockchain, unicornios y nubes.
- La necesidad de regular o verificar la veracidad de las fuentes que alimentan los buscadores.
- La necesidad de motivar a las personas a recuperar la conexión humana. Probablemente nuestros hijos vean con cierta familiaridad que cada año existe un nuevo modelo de smartphone con actualizaciones inverosímiles que generan expectativas con meses de anticipación antes de su lanzamiento, pero hace relativamente muy poco tiempo vivíamos totalmente desconectados del mundo virtual y curiosamente, conectados en el mundo real. La tecnología ha tenido una velocidad tan extrema que hemos perdido la capacidad de percibir los olores y sabores que nos rodean, nos hemos acostumbrado a mantener mas fácilmente una conversación por WhatsApp que lograr periodos de atención suficientes para demostrar a la persona que tenemos a un lado cierto interés por un problema y muchos otros efectos de los cuales hoy por hoy somos mas que conscientes… ¿Será posible por la suma de voluntades generar este cambio o habrá que esperar a un suceso catastrófico que genere la necesidad absoluta de regresar a la conexión humana? Cualquiera de las dos, es claro que no hay otra puerta de salida.
- La necesidad de segmentar el sistema de macro-comunidades sociales por grupos más pequeños que compartan intereses y puedan tener una afiliación real.Curiosamente, Mark Zuckerberg explicó en el 2017 la necesidad de crear comunidades humanas ya que el trastorno de nuestra época corresponde a la falta de integraciones que compartan el mismo propósito y se den apoyo. (Poco tiempo después surgió el escándalo de Cambridge Analytica y por desgracia este discurso perdió fuerza a pesar de su importancia real) A lo largo del tiempo, las comunidades de contacto real se han ido desintegrando generando mas soledad y trastornos depresivos en un planeta que está cada día mas conectado en comunicación «virtual». Igualmente, cada día escuchamos hablar sobre este tema y los efectos sociales a futuro, la pregunta es… ¿Cuál es el grupo, comunidad o afiliación a la que perteneces o estás creando?
Creo fielmente en que estos tres conceptos que repitieron prácticamente todos los «gurús» del futuro tecnológico es algo para tomar realmente muy en serio, solo la fuerza de la unión, el compartir estos ideales y generar estas comunidades podrán recuperar lo esencial en la conexión humana que, sin duda, es el patrimonio real de las siguientes generaciones.